Psicoterapia

Todo proceso representa una alquimia y una transformación.

No es un cambio, que también puede suceder; sino un renacimiento que ha costado un esfuerzo y una valentía.

Pero no todos los cambios son una alquimia, sino sólo aquellos que tienen la capacidad de transformar nuestra esencia cotidiana.

Nuestra Naturaleza divina, y con ella todo nuestro ser sintiente y pensante, debe su accionar a la claridad de nuestra consciencia. Es ésta la que nos ilumina con su luz de inequívoca paz interior; la que permite estas transformaciones de sanación y avance.

Toda acción que emprendamos en pos de nuestra sanación, puede tener un estímulo corporal, energético, psico-emocional, artístico, creativo, musical, etcétera. Pero siempre lo podremos situar en la dirección de nuestra sanación. El punto clave es ése, que todo lo que emprendamos y hagamos, nos conduzca a una mayor ligereza de nuestras cargas neuróticas.

No podemos guiarnos por nuestra mente, pues es vacilación y duda.

Y apenas podemos dejarnos llevar por nuestras emociones, cuando no tenemos una relación estrecha con ellas, pues necesitamos tener un contacto estrecho con nuestro presente, no ese regodeo de nuestras heridas infantiles o ya pasadas.

Hay un punto en que decidimos renovar nuestra maleta de recursos propios. Y cuando ese momento llega, es de sabios escucharlo.

Quizás no sea esencial el elegir la técnica o actividad que sea el disparador de esa renovación, pero sea cual sea, el momento ha llegado.